Ada de Paula CMO

Un Fractional CMO marcará la diferencia en tu empresa

Muchas empresas saben que el marketing es importante, pero no todas tienen los recursos, el tiempo o la estructura para contar con un equipo completo liderado por un CMO (Chief Marketing Officer) a tiempo completo. Es ahí donde entra en juego la figura del Fractional o Interim CMO: un perfil ejecutivo que se incorpora de forma flexible para impulsar la estrategia, liderar el cambio y generar resultados reales.

¿Qué es un Fractional CMO?

Un Fractional CMO es un directivo de alto nivel que trabaja a tiempo parcial o por proyectos, asumiendo el liderazgo del área de marketing como lo haría un CMO interno, pero sin necesidad de una contratación permanente. Su misión es clara: ayudar a la empresa a definir o redefinir su posicionamiento, construir una marca sólida, profesionalizar el marketing y conectar las acciones con los objetivos de negocio.

¿Cuándo tiene sentido contar con uno?

  • Cuando la empresa está creciendo rápido y necesita estructura, foco y una estrategia clara.
  • Cuando hay un equipo de marketing sin liderazgo sénior, que necesita dirección y acompañamiento.
  • Cuando se está preparando una ronda de inversión, una expansión internacional o un reposicionamiento.
  • Cuando el negocio necesita resultados, pero aún no puede asumir el coste de un CMO a tiempo completo.

Lo que NO es un Fractional CMO

No es un community manager. No es un proveedor de contenidos ni un implementador táctico. Es una figura estratégica, con experiencia, visión y capacidad de liderazgo. Es alguien que se sienta en la mesa de dirección y ayuda a tomar decisiones que afectan al rumbo de la compañía.

¿Qué gana una empresa con este modelo?

  • Flexibilidad y experiencia de alto nivel sin asumir riesgo estructural.
  • Velocidad para ejecutar con criterio lo que otros tardarían meses en definir.
  • Conexión directa entre estrategia de marca, marketing y objetivos de negocio.
  • Acompañamiento real al CEO o al equipo fundador en momentos clave.

¿Esto sustituye a los perfiles tácticos del día a día? Para nada.

La ejecución es clave. Un buen plan sin implementación no vale nada. Por eso, la figura del Fractional CMO no sustituye al equipo operativo, lo potencia. Puedes contar con un equipo interno que ejecute en el día a día, con agencias externas que complementen capacidades, o incluso con un modelo híbrido donde el liderazgo estratégico es externo y la ejecución está completamente delegada.

La clave está en diseñar un sistema que se adapte a tu realidad:
Un equipo que trabaje, una dirección que piense, y una estrategia que conecte todo.

affective marketing

Affective computing: de las cookies a las microexpresiones

La privacidad de los datos siempre ha sido un terreno delicado. A lo largo de los años, he tenido muchas conversaciones en las que me preguntaban por qué aceptaba cookies sin pensarlo dos veces, o por qué no me preocupaba demasiado por ceder información a Google. Siempre respondía algo parecido: trabajo en marketing, y muchas veces el trato me parecía justo. Doy algo a cambio de un servicio mejor, más rápido, más afinado a lo que busco.

Pero ahora estamos entrando en otro nivel. Una nueva capa. El affective computing o computación emocional.

Esta tecnología es capaz de leer nuestras emociones a partir de gestos, microexpresiones, el tono con el que hablamos, incluso el ritmo al que escribimos. No hace falta decir nada: nuestro cuerpo, sin querer, ya está hablando. Y todo eso, claro, tiene un valor enorme en el mundo comercial. Desde ajustar una campaña en tiempo real hasta adaptar la experiencia de compra a cómo te sientes en ese preciso instante.

Y aquí empiezan las preguntas difíciles. ¿Queremos que una IA sepa si estamos tristes, distraídos o entusiasmados mientras navegamos por una web? ¿Seremos conscientes de cuándo y cómo se están leyendo nuestras emociones?

Pero también hay otra cara. Y no es menor. Lo que permite el affective computing en términos de personalización no tiene precedentes. Ya no se trata solo de sugerirte productos similares a lo que ya compraste, sino de que la tecnología responda a lo que estás sintiendo en ese momento. La experiencia de usuario, bien aplicada, podría ser tan natural como intuitiva. Casi humana.

Como siempre con la tecnología, la clave no está solo en lo que puede hacer, sino en lo que decidimos hacer con ella. Por eso, más que nunca, necesitamos criterio. El reto, y también la urgencia, es anticiparnos: diseñar con conciencia, con cuidado, y también con visión. Porque el futuro no es lo que viene. Es lo que dejamos que pase.

Marketing experiencial

Hacer para creer: el poder del marketing experiencial en la era de la sobreinformación

Vivimos en una era en la que todo se dice, pero poco se demuestra. Las marcas compiten por atención en timelines infinitos y bandejas de entrada saturadas, mientras los clientes —cada vez más escépticos— buscan señales reales de lo que una empresa es capaz de hacer. En este contexto, el marketing experiencial deja de ser algo “bonito” o reservado al B2C: se convierte en una herramienta estratégica para generar confianza y credibilidad.

📌 El valor de hacer cosas

Una experiencia no se olvida. Ver cómo funciona una tecnología, probar un producto en condiciones reales, visitar una planta en marcha o vivir un evento bien ejecutado tiene un poder que ningún PDF ni pitch podrá igualar. El famoso “show, don’t tell” se vuelve norma en un mundo donde las palabras pesan menos que los hechos.

🔧 En B2B también se siente

Muchas empresas industriales o tecnológicas piensan que esto no va con ellas. Error. En el B2B, donde las decisiones son complejas y los ciclos largos, las experiencias son aún más valiosas. Un buen showroom, una jornada técnica con clientes o incluso una conversación de alto nivel en un entorno significativo puede acelerar procesos que tardarían meses. Lo intangible necesita anclajes tangibles.

🤝 Confianza que se construye haciendo

Las marcas fuertes no solo cuentan historias: las protagonizan. El marketing experiencial no es solo una técnica; es una filosofía. Es decidir que, antes que gritar lo buenos que somos, vamos a demostrarlo. Y cuando el cliente lo vive, se vuelve embajador, socio y aliado.