Apagones, tildes y narrativas

Apagones, tildes y narrativas: por qué el primer relato siempre gana

Las mayúsculas llevan tilde.
Es una de las frases que más habré repetido en mi vida.

Y aún así, muchísima gente sigue creyendo que no. ¿Por qué? Porque alguna vez se dijo. Porque se repitió. Porque los primeros programas de impresión y rotulación no permitían tildes en mayúsculas por limitaciones técnicas, y esa excepción operativa se convirtió, por repetición, en una norma asumida.

Ese fenómeno —una falsedad con estructura de verdad— es una metáfora perfecta de lo que ocurre cada vez que estalla una crisis.

⚡ El apagón, las redes y la urgencia de explicaciones

El reciente apagón de varias horas que afectó a múltiples países dejó en evidencia un patrón que se repite cada vez que ocurre una crisis: la necesidad inmediata de explicación. Antes de que los datos estén disponibles, antes de que los organismos técnicos emitan informes, ya hay teorías circulando —algunas plausibles, otras delirantes, algunas científicas, otras cargadas de conjeturas— que comienzan a instalarse como “verdades” en el imaginario colectivo.

Esto no es casualidad. Se trata de un fenómeno bien documentado en comunicación: el primer relato que se articula con claridad y coherencia tiene muchas más probabilidades de ser creído, compartido y recordado, incluso si después se demuestra incorrecto.
Y en estos contextos, lo que importa no es la veracidad, sino su inmediatez y capacidad de encajar en una historia.

🧠 Cognición, necesidad de cierre y sesgo de anclaje narrativo

Cuando ocurre algo inesperado, buscamos sentido rápido. Necesitamos una explicación. Y lo primero que escuchamos —si suena bien, si conecta emocionalmente, si parece lógico— ancla nuestra percepción de todo lo que vendrá después.

Este sesgo se llama anclaje narrativo. Es un atajo mental que usamos para reducir incertidumbre. Una vez se instala, corregirlo es muchísimo más difícil.

🎯 Y casi nunca es espontáneo

Una idea clave que a menudo se pasa por alto: casi ningún relato es inocente.
No surgen por generación espontánea. Alguien los lanza, alguien los estructura, alguien los mueve. A veces por interés comercial, otras por motivaciones ideológicas, políticas o reputacionales.

Y eso, precisamente, es lo que conecta este fenómeno con el marketing: construir un relato no es un accidente, es una decisión. Una estrategia para interpretar antes que los demás. Para marcar el marco del debate. Para ponerle nombre a lo que pasa.

📌 Conclusión

La narrativa no es solo una herramienta estética; es una fuerza estructural en la mente humana.
Y en momentos de crisis o incertidumbre, no gana quien tiene razón, sino quien interpreta primero con claridad, intención y coherencia.

Por eso, en marketing —como en comunicación de crisis— la anticipación narrativa es poder.

Comments are closed.